DIÁLOGOS CON JESÚS

Autora: Dra. Rosa Del Carpio Arguedas de Cuadros, quien es Doctora en Educación y profesora por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Lima, Perú, 2024.

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INDRODUCCIÓN

Este texto es el tercero de los que he escrito, los 2 primeros tienen investigación bibliográfica y otras. Pero el presente es única y exclusivamente producto de conversaciones, sueños y experiencias con la divinidad.

-        Le dije a Jesús:

Señor para hacer el libro dame fuerza de voluntad, inspiración y tiempo. Me contestó: “Todo lo que necesites te voy a dar”. Me recordó que siga escribiendo para que nuestra comunicación sea más fluida. Miré mi cuaderno para hacerlo y Él me dijo: “Mira, ya hay bastante. Estos escritos son como unas cartas de amor entre tú y Yo. Son parte de nuestro amor”.

 

-        Le dije: Señor, soy todo oídos, envía tu mensaje y ayúdame a ser un buen instrumento para ello. Me contestó: “Hijita la fe que pongas en lo que te diga es la mejor disposición para recibir y escribir mis mensajes”.

 

-        Un día alabé a mi Señor, le dije cosas lindas, pero con cariño. Él me contestó otro día así: “Cuando tú haces eso yo también hago lo mismo para contigo. Así seguiremos amándonos, compenetrándonos mutuamente ambos, hazlo siempre”.

 

-        Me dijo Jesús: “Toma, toma de nuevo tu lapicero que yo ansío comunicación con los seres que he creado a mi imagen y semejanza”.

Luego me dijo: “¿Por qué no oran?, ¿acaso no quieren comunicarse conmigo?, ¿acaso no quieren recibir amor?, ¡Yo soy un Dios de Amor!”

 

-        Un domingo le pregunté: ¿Por qué no me dices algo Señor? Me dijiste que me ibas a conversar. Él me contestó: “¿Por qué no escribes lo que ves en tus sueños y lo que me escuchas?, ¿acaso no tiene importancia? Yo quiero que quede escrita esta relación”.

 

-        Le dije: Dime algo Señor. Nuevamente no me he dado tiempo para buscar en ti un diálogo. Te prometo que no me descuidaré tanto.

Me contestó: “Yo he estado ansioso de dialogar contigo, mi amada. Si sientes lo mismo, entonces nuestro diálogo será fructífero”.

-        Le pregunté: ¿De qué hablamos Señor?, ¿de la cruz, de tu amor, de tu perdón, de tu misericordia o del camino que seguirá mi libro?

Me contestó: “De todo, de todo. Yo te dije que tu libro era el mío; el otro libro y el otro y tu lecho de descanso. Deja que con respecto a tu libro las circunstancias discurran como van saliendo, porque es el camino que yo le estoy dando, por el cual caminará mi Palabra y mi Madre. No todo camino es bueno para ello, deja que yo conduciré por dónde irá mi libro, con el de mi Palabra y la presencia de mi Madre.

 

-        -Le dije: Dime algo Señor, ya hace mucho tiempo que no recibo diálogo contigo. Me contestó:

“Es porque no te das tiempo para hacerlo, y consideras otras actividades más importantes que nuestro diálogo. Pero te digo lo siguiente: Veo que progresas en tu fe y esperanza sobre mi amor para tu vida. Pero es tanto lo que te tengo guardado para ofrecerte y hacerte mi amada feliz, que necesitas inmensa fe y esperanza en Mí para alcanzarlo”.

 

-        En la misa del domingo me dijo: “Porque estás más cerca de mí es que ya tu juicio y conducta es mejor.

Comunícate más conmigo, con mayor frecuencia, que yo conversaré más contigo”.

 

-        Le dije: Señor con sumo respeto y sumisión me dirijo a ti en pos de tu Palabra. Te suplico me des un mensaje.

Me contestó: “Hijita, ayer y hoy hubo un silencio de parte tuya para un diálogo continuado, pero comprendo tu debilidad. Fortalécete invocando al Espíritu Santo, ya sabes que Él vino sobre los apóstoles y mi Madre; y les fortaleció y abrió las puertas del Cielo para fluido y fácil diálogo conmigo, mi Padre y la gente.

El contenido de mi diálogo es amor y sufrimiento. Me has manifestado tu deseo de convertirte en una servidora mía; eso implica más voluntad y dedicación. Comienza con evangelizar a tu familia con tu palabra, acciones y un buen ejemplo. Estimula a tus hijos y esposo.

Los sufrimientos constantes ya sabes cómo llevarlos”.

 

-        Le dije: Señor tu presencia en mis sueños me estimula, porque es importante y también la de la Santísima Virgen María.

Me contestó: “Hijita, muchos quieren verme también y necesitan soñar conmigo, dales tu secreto para lograrlo y me verán. Refuerza el sentido de amor y respeto a mi madre para que sean fuertes ante posibles ataques de otras iglesias.

El rezo tiene que ser más frecuente, porque fortifica espiritualmente contra las acechanzas de Satanás. Con el rezo constante mitigarás mis sufrimientos, y Yo en cambio de ellos gozaré de tu amor en mi corazón. No te conformes con rezar siempre tu sola. Al rezar con otros mitigas más mis sufrimientos y me alegras el corazón por esas oraciones en grupo. ¡De mis más hijos! El fuego de mi amor encenderá en ellos el placer por mi misericordia”.

 

-        Para escribir este libro me apoderé sólo de un pedacito de su amor, porque no merezco nada por ser tan pecadora. Él tiene un inmenso amor porque su misericordia llegó a mí en el momento más perdido y oscurecido del abismo de mi vida. Y desde entonces, me ha tendido sus dos manos para sostener mis dos brazos, y que jamás me aleje de Él.

 

-        Con este libro recomiendo al lector que no teman por la falta de misericordia divina ante nuestros pecados. Él tuvo y tiene misericordia por toda la humanidad pecadora. Por eso desde la cruz dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.

 

-        Manifiesto finalmente que los misterios sobre la divinidad tenemos presente, son muy pocos, ¡Hay mucho más!

 

-        Señor, tengo muchas dificultades en publicar mi libro. Lloré, y al instante me contestó:

“Todo es difícil, hasta la salvación es difícil. Mira, yo mismo he tenido que venir. Pero yo te voy a ayudar”.

 

-        Después de terminar de escribir mis tres libros, me acerqué a la cruz de Cristo pero por la parte posterior de ella, como tratando de evadir un diálogo con Él. Pero Él esforzando su cuerpo crucificado, miró hacia atrás, donde yo estaba, y me dijo: “Tú ya sabes bastante de los motivos por los cuales estoy crucificado”.

Nota: Todos los textos en comillas de este libro son expresiones de Cristo en diálogos.

1.  ALEJAMIENTO DEL SER HUMANO DEL AMOR DE DIOS

 

-        Me acerqué al Corazón de Jesús y le dije que yo me distraía mucho cuando oraba, y así me alejaba de Él.

Me contestó: “Yo con la mirada controlo a las ovejas de mi rebaño para que no se desvíen”.

 

-        Hoy 4 de setiembre en la madrugada, al levantarme le dije: Señor, yo te quiero, no te sientas solo como cuando estuviste en el Huerto de Los Olivos.

El Señor en pleno siglo XXI, después del sacrificio para nuestra Redención, todavía en mucho se siente solo frente a millones de almas por las que dio su vida en sacrificio. Ahora esta soledad es como la que tuvo en el Huerto de Los Olivos.

 

-        El Señor me dijo: “Si ustedes han sido creados por mi amor y para mi amor. ¿Por qué se alejan de mí? Por eso sufren mucho, yo también sufro con vosotros”.

 

-        “Mi cruz es también la vuestra, y significa toda clase de sufrimientos habidos en el mundo. Esos sufrimientos vuestros de todos los tiempos y lugares fueron y seguirán siendo los míos. Son producto de los innumerables pecados de todos los tiempos y lugares. Por eso, vuestra cruz es también la mía, y mi cruz es también la vuestra.

El camino al Calvario es el camino de mi amor por vosotros, pero de un amor no correspondido por ustedes. Por eso caigo de dolor, y en respuesta me dieron latigazos. Como ahora que ante mi amor por vosotros, me responden con pecados y más pecados, sin fin”.

 

-        “El sufrimiento de vuestro Dios en su pasión y muerte, no es ni fue correspondido en su totalidad ni por los profetas, ni sacerdotes, ni sabios, ni filósofos, ni hombres de suma sensibilidad; porque es tan inmenso y terrible que continúa todavía en la actualidad, en la medida que el pecado todavía se da entre ustedes”, dijo Jesús.

 

-        Señor es sabido que como atributos tuyos está tu inmensa misericordia, tu amor, tu omnipotencia, tu omnisciencia. ¿Es verdad?

“Sí, es verdad, pero falta otro, mi sufrimiento. Soy un Dios sufriente desde que Adán y Eva pecaron, y sigo siéndolo porque continúa el pecado en el mundo”.

 

-        En la misa me dijo:

“Mi corazón se resquebraja cuando te veo sufrir”.

 

-        Después que cometí pecado me desesperé y le dije: ¡Ya estás lejos de mí!... y más.

“¿Acaso has olvidado que vine a este mundo para dar mi cuerpo y mi vida por ti y los demás pecadores?”.

 

-        Señor ¡qué hermosa!, ¡qué maravillosa!, ¡qué tierna es tu presencia!, ¡cuando nuestro corazón se acerca al tuyo!

Maravilloso es también tu corazón. ¡Oh Divino ayúdanos a acercarnos más a ti, tu cercanía nos lleva a la felicidad!

“Hijita, también valiosa es para ustedes mi cercanía como para mí la vuestra. Pero ¡qué terrible es para ustedes mi lejanía!, pues ésta conlleva sufrimiento, horror y fuego eterno”.

 

-        Señor, ¿cómo vas a continuar en mi corazón, si yo a cada rato peco?

“¿Qué crees que yo fácilmente me voy de corazón en corazón? ¡No me voy!”.

 

-        ¿Qué opinas del ateo, Señor?

“Ah, el ateo es como el representante de Satanás para hacerme daño. Si no se arrepiente y cambia le daré el mismo destino que a Satanás. Sin embargo, para tal cambio estoy atento a fin de derramar mi misericordia sobre él”.

 

-        Los agnósticos te niegan Señor, ¿qué opinas y sientes por ellos?

“El que me niega, se niega a sí mismo, porque yo estoy en él y él está en mí. Me da pena, porque al hacerlo se hunde en el abismo de la oscuridad, en el vacío para su alma. Si no cree en mí pierde el camino, la verdad y la vida, pierde la luz para su alma, y su mente manifestación de ella.

Cuando estuve en mi cruz, pensaba y pensaba en ellos, porque por ellos también vine al mundo a manifestarme directa y abiertamente, y encender la antorcha de mi luz para sus vidas”.

 

-        El amor comprensivo de Dios para los que los rechazan:

“Hijita, mi amor es también para los que no me quieren, para los que me ignoran, me persiguen, para los que adoran al dinero, poder, sexo. Pero para ellos es un amor compasivo y de espera al hijo pródigo”.

 

-        Señor, desde que me he acercado a ti, desde que tú me has recogido del fango de mi miseria, he recobrado la alegría de vivir.

Antes me había marchitado, mis labios ya no sonreían, y mis esperanzas se habían truncado convirtiéndose en abismos de temores, páramos de vacíos.

Pero ahora, oh mi Dios, tú me has re cultivado, has sembrado en mí el germen de la alegría. Y los frutos son la sonrisa en mi rostro, en mi mente, en mi corazón, cual la flor de la juventud o la niñez. Es que en tus brazos he vuelto a nacer, mi espíritu ha visto nuevamente la luz de la alegría; y tú también has sonreído al verme recuperada.

Pero ¿cómo yo voy por los frutos de la alegría, mientras tu sigues sufriendo por nuestros pecados? ¡Es paradójico! A veces siento la urgencia de postrarme al pie de la cruz para acompañarte en tu dolor, quiero hacer algo para consolarte. Pero tu dolor en inmenso y profundo; provocado por nuestros constantes pecados.

Sin embargo, te satisface mi alegría porque hay momentos en que tú también te alegras al verme, aunque imperfecta que soy, te he arrancado momentos de alegría y sonrisa, por eso me consuelas pidiéndome no me entregue al dolor que me causa ver tu sufrimiento

2. MENSAJE A LOS PODEROSOS DEL PLANETA Y A LA HUMANIDAD

-        “Hijita, la vida de Dios y la vuestra son parte de una misma estructura, Yo les he creado y les he dado mi aliento de vida; por lo tanto, ustedes tienen también algo de divino”.

 

-        “La luz de mi amor por ustedes nunca se apagará, porque contra las tinieblas del pecado original dí mi sacrificio y mi vida en la cruz. Pero las tinieblas que conllevan vuestros demás pecados son débiles y fáciles de despejarlas con el arrepentimiento y perdón a través de mi Iglesia, con la libertad que a ustedes he concedido desde vuestra creación”.

 

-        Otro día lo ví crucificado, en mis sueños, y me dijo que “ahora los pecados del mundo son más abundantes y peores, que me hacen sufrir como cuando mi sufrimiento en la cruz llegó al climax de mis dolores y desesperación”.

Le dije: entonces ¿por qué ya no vienes Señor?

Me contestó: “Sí, pero primero voy a castigar”.

 

-        Señor, tal vez por mi condición de ancianidad me deprimo fácilmente ante informes noticiosos de crímenes individuales y de poblaciones enteras por regímenes políticos brutales, u otras circunstancias fatales. Entonces caigo en depresión, pánico y desesperación, pienso que morir sería mejor.

“Hijita, ya sabes cómo fueron las tragedias y sufrimientos que Yo también viví y mi pueblo también.

No busques ni desees la muerte, que significaría tirar la vara de la lucha contra esos dramas. Porque mi amor y misericordia invocados y transmitidas a tus semejantes les dará la luz, el camino y la vida hacia una sociedad mejor para todos. Sólo con amor y confianza hacia mí, mi misericordia y poder salvará al mundo en su lucha de esos dramas que les trae Satanás. El mal de Satanás es arrollador, os deprime y arrastra a peores circunstancias negativas que os deprimen no sólo a ti sino a muchos otros”.

 

-        “Yo constantemente bendigo al mundo que he creado, y lo hago desde que lo creé, de lo contrario ya hubiera desaparecido bajo el fuego de Satanás.

Pero es obra que corresponde a vosotros acoger estas mis bendiciones y caminar por el sendero que yo mismo les he indicado en mi Evangelio, cuando lo hice personalmente”.

 

-        “Hijita mía, la luz del mundo se encuentra como la estrella de Belén, para que todos la vean y la sigan como lo hicieron los Reyes Magos y los pastores de Belén. Tal como fue anunciado antes por los profetas”.

 

-        Señor te necesito tanto, que quisiera que mi ser todo sea absorbido por ti, ¡oh mi Dios Creador!

“Ven hijita, entrégate a mí toda. Dame tu alegría, tu voluntad, tu libertad, tu amor; dame tus sufrimientos, tus inquietudes, tu cruz que también es la mía”.

Señor, y tu cruz será también la mía, así manifestemos nuestros sufrimientos.

“Ven hijita, cobíjate en mi corazón, que yo haré lo mismo en el tuyo. Dime tus proyectos, dame tus pensamientos, tu inteligencia, tu amor, tus flaquezas, tus debilidades y fuerzas”. 

Señor y en este momento trascendental quisiera ser portadora de tu mensaje a la humanidad. Dime Señor, que ella te necesita, tú lo sabes.

“Diles a los poderosos del mundo que el poder del que disfrutan se les he dado para bien de toda la humanidad. Es la única oportunidad que tienen para alcanzar mi misericordia y perdón. Denles a los desposeídos del planeta medios para una subsistencia digna, porque también son mis hijos y yo estoy constantemente pendiente de ellos. Yo fui uno de ellos, y ahora en la tierra, ellos son yo, comiendo nuevamente entre ellos”.

 

-        Señor, ¿qué me puedes decir sobre la corrupción de los gobernantes?

“Ello quieren ser millonarios, porque creen que así vivirán como dioses. Como lo hicieron Adán y Eva, aún a pesar de que yo les dí felicidad en el Paraíso Terrenal. Ellos quisieron más, ser como dioses, les prometió engañosamente Satanás mediante la serpiente, pero por desobediencia y envidia a Dios, cayeron ellos y sus descendientes al abismo de la oscuridad. Así caerá el corrupto gobernante”.

 

-        “El mundo tiene miedo a las armas de destrucción masivas; sean físicas, químicas o biológicas. Tiene miedo de una guerra hecatombe nuclear. ¿Tiene conciencia que él mismo los ha fabricado para usarlas también contra sí mismo?

Con ellas quiere destruir lo que yo he creado. ¡Ni el demonio se atreve a tanto!”

 

-        En la misa, en la comunión me dijo:

“Hagamos de nuestra Iglesia una Iglesia fuerte”. Paralelamente se oía cánticos fuertes, sonoros y de un grupo de jóvenes que en ese momento cantaban al final de la misa.

 

-        Un día me dijo que las personas humanas somos hechas a imagen y semejanza de Dios. Que utilizamos pocas neuronas, pero que tenemos mucho más, las que si las utilizamos todas haríamos milagros, soltaríamos una energía suficiente como para mover una montaña, pero no lo hacemos porque el pecado nos limita.

Si el ser humano utilizase sus adelantos científicos-tecnológicos para el bien y amor podría adelantar más en forma ilimitada.

 

-        Señor, ¡Amor Supremo! Te suplico con emoción y suma humildad nos perdones y nos sigas perdonando hasta el fin de los tiempos en que cesará ¡tanta ofensa a tu amor, a tu divina majestad! Es como una cadena de espinas que la humanidad de todos los tiempos y lugares utiliza en contra tuya. Pero que al dañarte también se hace daño a sí misma.

Por eso, es que sufrimos y nos hacemos daño unos a otros. Pero lo trágico es que haciendo uso de nuestra inteligencia creamos tecnología muchas veces nefasta para unos contra otros, mutuamente.

Así es como atacamos incluso nuestras maravillosas raíces de nuestra tierna existencia creación tuya: ¡nuestros hijos! Desde el vientre de nuestras madres. Así, ahogamos nuestras vidas desde el primer instante de nuestra creación individual. Y sus restos las empleamos para intentar experimentos nefastos de clonación, u otros intentos de lograr seres humanos disminuidos y apropiados para la esclavitud, o la agresividad, etc. No estamos conformes con lo que nos das, nos exterminamos mutuamente en guerras, sistemas económicos mundiales que a muchos origina extrema pobreza, hambre, desnutrición y muerte. Ahora muchos no estamos conformes con el sexo que de modo natural nos has creado…Señor es inmensurable ¡tanto daño! Y tanto sufrimiento que te provocamos.

 

-        Señor ¡dime algo!

“Hijita, sé que me quieres mucho por eso no quieres que sufra. Por eso, desde tu peculiar circunstancia lucha en forma constante por difundir mi doctrina de Amor y de Vida, la Verdad que os anuncié personalmente cuando moré en la tierra con ustedes.

Como a la Santísima Virgen María, Madre Dolorosa así compartes ahora con ella el sufrimiento de contemplar el mío en mi pasión que ahora continúa”.

 

-        En la misa en la comunión me dijo:

“No guardes rencor ni recuerdo de las ofensas, lo pasado, pasado es. Imagínate si yo guardara memoria de todas las ofensas que me ha hecho la humanidad desde antes; entonces ustedes tendrían un Dios furioso”.

Esto me dijo porque yo, ese día, ante una ofensa de mi esposo a mi persona, yo a modo de defensa, reaccioné haciéndole recordar el daño que me había hecho en muchos años atrás.

 

-        Señor dime algo trascendental para la humanidad:

“Yo ya les he dicho mediante mis profetas, mis propias palabras cuando predicaba el Evangelio, y también desde la cruz. Ahora continúo enviando mis mensajes mediante las actividades de mi Iglesia, como lo es mediante el Sumo Pontífice”.

 

-        Gracias Señor que aún mediante tu infinita majestad divina te has rebajado y rebajas en enviarnos tus mensajes de amor y misericordia, sellados en tu vida pasión y muerte entre nosotros y por nosotros, motivado por tu infinito amor y misericordia.

 

-        “Las aguas del mar constante y permanentemente se mueven, como haciendo presente al hombre mi presencia portentosa en este planeta”.

 

-        Un día el Corazón de Jesús me dijo:

“Dame tu santidad”, le contesté que sí, pero no le cumplo porque lo considero difícil hacerlo, sin embargo, lo haré, aunque me demore.

 

-        Señor dime cómo aprecias al mundo actual, la humanidad actual:

“Me provoca mucho dolor y sufrimiento. Esta humanidad actual ha de sufrir mucho, por el rumbo actual que está siguiendo. El camino y la verdad que les he transmitido en mi Evangelio, muy pocos la cumplen, y estos últimos son la palanca que llama a mi misericordia.

Yo Soy la vida, la verdad y el camino, les dije y les sigo diciendo. Pero están matando la vida que les doy en los más inocentes del planeta. Mi verdad muchos la rechazan y crean su propia verdad en el relativismo, olvidando que la verdad es única y absoluta.

Habrá pronto una destrucción como de “Sodoma y Gomorra”, pero ya no sólo de lo material sino también de las almas”.

 

-        Señor dime algo, estoy ávida de escucharte sé que no merezco que te dirijas a mí, porque peco constantemente. Pero tu misericordia puede hacer que me comuniques algo para mis diálogos.

“Hijita, aunque peques nunca te dejaré de amar como a mi hijita. Dile al mundo que aún perdidos en el pecado lo sigo amando, pero de ellos depende continuar perdidos o no. Ya tuvieron el sacrificio más grande de su Dios por su salvación. Pero dentro de su propia libertad y voluntad.

Se desgarra mi corazón cuando cada alma perdida en el pecado se aleja definitivamente de mi amor”.

 

-        “Ustedes buscan ser amados por vuestros padres, familiares y amistades. Están ávidos de recibir y dar amor. Pero muchas veces no son correspondidos por familiares o amigos y peor aún reciben desilusiones, ingratitudes, o rechazo, hasta a veces odio con motivo o sin él. 

Pero a vuestro Padre Divino no lo buscan o buscan poco, para amarlo o ser amados por Él”.

 

-        “Escúchame, mi amor está siendo rechazado. Mis ojos se cansan de ver tanto pecado, y mi corazón recibe constantemente inmensas ofensas”.

 

-        “Están despreciando mi amor; y a consecuencia de ello siento desasosiego. A ratos siento angustia, es algo semejante a la que tuve en el Huerto de Los Olivos. Pero por entonces subyacía una gran esperanza: La salvación de la humanidad.

Pero ahora, en esta angustia subyace una desesperanza: la de perder a gran parte de mis hijos que me están abandonando por otros intereses mundanos. Así, aún a pesar de mi sacrificio en la cruz, gran parte de la humanidad se perderá por su propia libertad y voluntad”.

 

-        “Hijita, dile al mundo que yo soy el Creador de la humanidad, por mi amor y para mi amor los creé. Por lo tanto, los amo y los seguiré amando. Mis brazos, creadores vuestros, están tendidos para recibirlos y llevarlos a mi pecho por amor.

Por eso, es que cuando ustedes lloran, yo también lloro, cuando sufren, yo también sufro. Pero me alegra cuando acogen mi amor, y me corresponden.

Me corresponden cuando realizan obras de amor y misericordia con mis hijos necesitados de ayuda solidaria.

Ustedes, mis hijos, tienen que amarse y auxiliarse mutuamente. Todo padre desea también para entre sus hijos ese amor. Un paso gigante al Cielo es realizar una obra de misericordia, porque así se convierten en portadores de mi amor paterno y misericordioso.

Ora, ora constantemente porque la oración es un vínculo espiritual entre tú y yo, entre yo tu Padre, y tu mi amada hija”.

 

-        “Ya es tiempo que reflexiones en las parábolas. Yo no quiero, con ello, ayudarte en tu problema actual sino en todo problema posterior. Y no te olvides que yo estoy en tu corazón; yo sufro cuando tu sufres, más que indiferencia sufro por lo que te pasa”.

 

-        En la última comunión que hice (lunes 3 de julio del 2023) me dijo: “Gracias por permitirme siga disfrutando de la compañía de mi muñequita, estoy alegre.

Hijita, te hago recordar que tu debes ser el medio de mi misericordia ¿no quieres estar a mi servicio como te ofreciste ante mí? No te preocupes de las dificultades de tus hijos, como madre que eres te comprendo, pero ellos tienen que ayudarme a cargar mi cruz mediante la suya.

Enseña a los demás la trascendencia de mi vida y sufrimientos cuando vine a este mundo a morar con ustedes. Pero que nunca se sientan solos, porque yo prometí estar con vosotros hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, mi compañía no luce en los noticieros públicos, pues está más en la intimidad de cada uno de ustedes. Por eso, estoy abierto a un diálogo con cada uno de vosotros, como ante ellos si me abren las puertas de vuestra intimidad espiritual yo dialogaré con ustedes, os amaré más, y por lo tanto escucharé vuestros pedidos de ayuda, esa ayuda que solicitéis, seguro que es para mitigar vuestros sufrimientos, y éstos son también los míos porque yo soy el Dios que sufrió y sigue sufriendo por ustedes, pero juntos con amor y confianza en mi misericordia resolveremos vuestras súplicas. Pues yo soy vuestro Dios en ustedes y ustedes son mis hijitos muy amados.

Pero, hay tantos que sufren y sufren, me ignoran, no confían en mí y recurren al demonio, para que mediante malas acciones resuelvan sus problemas haciendo más daños a otros. Se implanta así una atmósfera social negativa y de mayor sufrimiento en la humanidad. Por eso, aún entre tus limitaciones quiero que difundas mi amor misericordioso”.

 

-        Le dije: Señor, dime algo que desees comunicarme para mí y para mis demás hermanos, porque ellos también son hijos tuyos. Alimenta nuestras almas, con tus sabias, luminosas y misericordiosas palabras.

“Hijita mía yo en ti y tú en mí que no se interrumpa. Me angustia cuando nos invade el silencio. ¿No desearás acaso conversar con tus padres y ellos contigo? Así yo también anhelo conversar contigo mientras arrullo tu alma entre mis brazos.

Tú sabes que los seres humanos son imagen y semejanza mía, esta circunstancia nos atrae más y más. Por eso, me siento insatisfecho durante tu silencio, así siento tu lejanía. Y sin embargo ¡cuánto me ha costado mi pasión y muerte por rescatarte!”.

 

-        ¡Papacito! Me diste un gran padre tal vez, por algunos tiempos, portador de parte de tu grandeza y caridad paternal, ¡gracias!

Padre nuestro, contigo ahora como único Padre mío, eres mucho más grande, poderoso, cariñoso y misericordioso que el padre terrenal que me diste.

Oh Dios mío, cada sílaba o palabra que me pronuncias llenas totalmente mi alma de amor y la enalteces, le das sentido maravilloso a mi alma, incluso en estos años de mi senectud (28 de junio del 2023). Me has llenado de tu maravilloso amor, de tu misericordia, de tu bendición.

“Hijita y tú también al acercarte a mí, me has colmado de un gran amor, de consuelo como Padre que soy y de ilusión, de alegría. Es esta circunstancia que la esperé día tras día, año tras año, y ahora puedo consolarte en tus sufrimientos y tú en los míos. Así también, sigo esperando a mis otros hijos que he creado.

Los quiero tener también a mi lado, por eso los espero y seguiré esperando. Yo vine a ustedes mediante el Sí de María, vine para sentir vuestro calor humano, sanar sus heridas, curar sus males, pero fundamentalmente para enseñarles el camino al Cielo, mi Casa, allí en uso de vuestra libertad espero vengan para hacer una fiesta por la llegada de cada uno de ustedes que vengan; como les expliqué en la parábola del Hijo Pródigo.

Con mi corazón satisfecho os presentaré a mi Padre como ofrenda de mi acción salvadora que me encomendó al venir a la tierra”.

 

 

-        Señor dime algo.

“Yo bajé del Cielo y por encargo de mi Padre Celestial, con amor y sacrificio les dije mucho orientándolos hacia el mutuo amor, la solidaridad, la justicia, los valores morales. Es decir, les anuncié la verdad. Fundé mi Iglesia para que continúe difundiendo mi amor y mi misericordia, para que siga orientándolos hacia la verdad.

Pero pocos se acogen a ella, fundan sus propias iglesias, otros viven como si yo, su Dios, no existiera. Otros crean su propia verdad, se hunden en el relativismo moral tratando de ignorar mis palabras y enseñanzas ¡cuánto me costó anunciarles la Verdad!, porque me respondieron sacrificándome cruelmente en una cruz, después de una cadena de maltratos físicos y espirituales en contra mía.

Ahora, ¿qué más les puede decir? Pero sí, les hago un llamado misericordioso a los que se acogen a mi amor y enseñanzas, a los que arrepentidos enderezan sus vidas hacia el camino de salvación que les enseñé”.

 

-        Un día Él, después de verme sufrir y renegar mucho me riñó y dijo: “¿Por qué te portas así?, puedes precipitar el hecho de recogerte ya. Toma la vida con más calma y alegría”.

 

-        Un día me habló sobre el pecado del mundo, la ira de Dios y los sufrimientos de Cristo. “Hijita mía gracias por elogiar mis palabras, mis mensajes, al considerarlos mis tesoros. Las espinas de mi corona se hunden más en mi cabeza cuando de modo brutal me las hunden más en el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, en los abortos masivos, la explotación de unas naciones sobre otras, la injusticia social extrema en los países, y entre los países del orbe la injusticia social.

La ira producida por ello en mi Padre, está contenida por mis méritos ofrecidos desde mi cruz. Pero todo ello está minando mi misericordia”.

 

-        “Hija mía, una vez después que pecaste, me preguntaste si me habías ofendido y me pedías perdón por ello. Yo te contesto así:

Tú estás dentro de mi corazón por el amor que te tengo, y en esta situación cuando pecas me hieres, como con una espina a mi corazón.

Ahora, imagínate ¿qué le pasa a mi corazón ante tanto pecado cometido por los hombres en el mundo? Las espinas con que formaron una corona para mi cabeza, están ahora en mi corazón provocándole demasiado dolor”.

 

-        Cuando abracé a mi hijo mayor, delante de la imagen del Corazón de Jesús. Jesús me dijo: “¡Qué lindo, así también deseo abrazar a toda la humanidad, a todos mis hijos!”

 

-        Sobre la felicidad del Cielo y su búsqueda, me dijo:

“Se esfuerzan por lograr un buen trabajo, un buen negocio, por comprar una casa o alquilar una, estudiar años, y con sacrificio por lograr una profesión.  Esto y muchas otras metas que busquen les pueden dar alegría, satisfacción. Pero no se esfuerzan por conseguir el Cielo, por lograr su salvación, aún a pesar que yo les he facilitado con mi vida, pasión y muerte.

¿Y la salvación que les prometí, piensan que no les hará feliz, qué no es importante?

Sin embargo, saben que todos los que buscan otras metas se frustran en cualquier momento con la muerte”.

 

-        Sobre el amor divino no correspondido me dijo:

“Yo los creé, y cuando los perdí por el pecado original, fui al encuentro vuestro y me hice uno de vosotros, conviví con ustedes, compartí con ustedes en todo menos en el pecado. Dí mi vida en la cruz para recuperar para vosotros la amistad y perdón de mi Padre. Luego les prometí el Cielo y un lugar para cada uno de vosotros.  Sin embargo, ustedes, en su mayoría, no me buscan; mis brazos en mi muerte se quedaron abiertos en la cruz para acogerlos a cada uno de vosotros. Ustedes replican en imágenes mi cuerpo en la cruz, pero ¿por qué no vienen a mí y se cobijan entre mis brazos de amor?

Hijita, mi mensaje mayor es mi amor inmenso e infinito por ellos y para ellos; pero la respuesta a éste, a pesar de la inmensidad de los corazones de la humanidad, es limitada en cuanto a su correspondencia”.

 

-        “Mi presencia en la tierra es la del Creador y Dador de vida, es la de la Verdad.

Sin embargo, se está atentando contra mi creación, cuando dilapidan el medio ambiente, al extremo de vulnerar las condiciones favorables de la tierra.

Además, y esto es grave, hay atentados masivos contra la vida del recién concebido, aún en el vientre de su madre.

La oscuridad de la mentira está cubriendo al mundo cada vez más.

Todo este drama significa un atentado contra la esencia de mi persona que a vosotros se la manifesté, cuando compartí con ustedes la tierra como morada.

Por mi inmenso amor es que estoy tolerándoles”.

3. SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 

-        “Mi Santísima Madre María comparte conmigo la hiel de mi dolor por vuestros pecados. Así como compartió mi dolor al pie de la cruz”.

 

-        “Los que rechazan a mi madre, sea cualquiera su motivo, ya me están rechazando a mí, porque yo como hijo suyo vine al mundo. Conservo ahora también sangre de su sangre y carne de su carne.

Pero ella, por eso también es objeto del rechazo de muchos porque muchos me rechazaron, y aún 2 mil años después muchos me siguen rechazando”.

 

-        “¡Cómo desagraviar este rechazo! El agravio está en que muchos no quieren recibir el libro, acerca de mi madre, la luz de mi verdad y el amor presente de mi madre. Pero tú sigue adelante, silenciosa y constante”.

 

-        Me dijo: “En mi agonía en la cruz, les entregué a mi madre para madre vuestra, y Juan en representación vuestra la acogió en su corazón y en su hogar. Pero si es verdad que muchos siguieron el ejemplo de Juan, y se beneficiaron con ese regalo maravilloso que les hice: darles la posibilidad de compartir conmigo a mi madre para siempre. Pero muchos la rechazan, y no solamente la rechazan, sino que intentan hacerle daño, aún a pesar de que reconocen en la suya propia y en otras madres el valor que conllevan por serlo, y las respetan.

Este rechazo y daño a mi madre es la ofensa más grave que cometen contra mi propia persona”.

 

-        Yo le pregunté: Señor ¿en qué pensabas cuando sufrías rumbo al Calvario?, perdona mi pregunta.

“Todo para mi mente era oscuridad, desesperación, angustia, tormento. Aun así, era el portador de la esperanza ¡la gran esperanza de la salvación! Pero esa oscuridad, desesperación, angustia y tormento eran el producto de los pecados del pasado, del presente, de entonces, y sobre todo, de los pecados del futuro que se darán hasta el final de los tiempos en que ya será necesario mi segunda venida. Era mi inmenso amor por ustedes el que me mantenía en el cumplimiento y consumación del plan de salvación y que me llevaron a la muerte.

Sin embargo, no todo fue terrible para mí, tuve el consuelo del amor y santidad de muchos de ustedes. En especial del amor de mi madre allí presente”.

 

-        “Tú eres una madre como muchas, pero la Santísima Virgen María es y sigue siendo la mejor madre. Toda madre que me pida algo es mejor que lo haga mediante Ella, pues como madre es excelente mediadora por ustedes”.

 

-        “Dios entregó a su Divino Hijo a los brazos de su madre La Santísima Virgen María, desde su concepción en su vientre.

Halló en la mujer esta capacidad porque así lo había dispuesto, desde el inicio de los tiempos para la humanidad. Toda mujer recibió de Dios esta capacidad trascendental: la maternidad. Y desde aquel entonces la ejerció con éxito, de allí el crecimiento y población humana de la tierra.

Ahora exijo no alteren esta mi disposición para con toda mujer. Exijo respeten esta condición maternal que he creado para toda mujer y varón cooperador, pues es el mejor regalo que les he dado y por el cual subsisten por generaciones a través de los tiempos”.

 

-        Cristo desde la cruz nos entregó a su madre también para nosotros. Es decir, en estos momentos trascendentales, se valora la maternidad hasta el extremo. María Madre de Dios, y de toda la humanidad también. Cristo hizo gala y derroche de este rol en María. De allí la trascendente importancia del rol maternal.

 

-        Después de comulgar le dije: Cómeme Señor. Y Él me contestó: “Haz de ser mujer. La Virgen María, así me quiso tanto que yo me entregué a ella como un niño en sus brazos”.

 

-        Un día me dijo: “Me sorprendo con alegría el sentimiento maternal tan grande que tu habías tenido”.

 

-        “Yo te llevaría ya, pero sé que tienes a tus hijitos quienes te necesitan.

Tú sabes cuán importante es una madre, y también sabes lo importante que eres como madre, y lo importante que es tu misma madre, la que incluso ahora se aparece buscándote.

También para mí, mi madre es muy importante; de allí que lo que estás haciendo por ella (La Santísima Virgen María) está muy bien para mí como Hijo”.

 

4. EL SUFRIMIENTO

-        Yo manifiesto que mi sufrimiento es grande pero limitado. En cambio, el sufrimiento de Dios es inmenso porque lo ha ocasionado y sigue ocasionando toda la humanidad. Es un sufrimiento inmenso y trascendental.

 

-        Le dije: Señor hoy día ha sido para mí con muchas dificultades que perturbaron el diálogo contigo. Porque conversar con mi Dios no es fácil, dada la majestad y grandeza que Él significa. Humildemente te suplico dialogues conmigo, porque el diálogo contigo está cargado de grandeza divina, misericordia, y principalmente de amor trascendental.

Señor dime algo que mi corazón está sediento del consuelo de tu palabra. Me contestó:

“Hijita, sé que has sufrido hoy al extremo de perturbarte. Pero ya tú sabes que yo en ti y tú en mí nos permite o condiciona a que mi corazón sufra también con el tuyo.

Si tu sufres, yo sufro por ti. Imagínate que ver a muchos de mis hijos también sufriendo. Sólo mi condición de divinidad puede sobrellevar ¡tantos otros sufrimientos!

Sin embargo, ahora por la complicación mayor de la humanidad, éstos ahogan mi corazón en dolor, por el amor paternal y solidario de mi amor.

Tu eres mía y yo tuyo, por eso te pido aprendas a sufrir con prudencia, tino y respuestas solidarias.

Mis hijos al sufrir debilitan sus defensas ante las intrigas de Satanás, agravando así las circunstancias para llenar al corazón con pecados, en venganzas, odios y otros. Estas circunstancias conllevan a mi corazón paterno a mayor sufrimiento.

Por eso te pido que aprendas a sobrellevar el sufrimiento, y, antes bien ofrecerlas a mi corazón como señal de amor y sacrificio”.

 

-        Un día en mis sueños lo ví crucificado, y me manifestó que: “Ahora los pecados del mundo son más abundantes y peores; que hacen sufrir como cuando mi sufrimiento en la cruz llegó al clímax de mis dolores y desesperación”.

Le contesté: Entonces ¿por qué ya no vienes Señor. Me dijo: “Sí, pero primero voy a castigar”.

 

-        En una conversación que tuve con Jesús, me quejé de mi sufrimiento, y le dije además que aquí en la tierra nos hacemos sufrir los unos a los otros, y que ya no aguantaba esta situación. Él me contestó que se había entregado Él mismo a estos sufrimientos, a las manos dañinas de los hombres, porque sus pecados lo habían vuelto así; y mediante el daño que le provocaron estas manos es que el sufrimiento y muerte en la cruz nos liberó de la muerte a la que conlleva finalmente el pecado.

 

-        Ante mi sufrimiento me dijo: “Ven hijita a mi corazón para llorar contigo por tu sufrimiento”.

 

-        Dijo: “Cuando yo sufro o sufría en la cruz me apoyo en ti, que también sufres, pero me quieres. Así como tú otros también me sirvieron de apoyo y consuelo. Por eso, no todo fue tristeza en aquellos momentos”.

 

-        Me dijo: “Tú sufres por tus hijitos. Yo sufro y sufro por toda la humanidad, por sus pecados cometidos en todos los tiempos de la historia. Tú al sufrir por tus 2 hijos me ayudas a cargar mi sufrimiento por ellos”.

 

-        En la misa cuando comulgué me atrajo a su corazón, y me lo acercó el mío al suyo. Y me dijo:

“He aquí los latidos de tu corazón y el mío, estarán juntos tanto en tus sufrimientos como en los míos. Estarán juntos para siempre”.

Otro día yo le dije: ¿Dónde está mi amado? Y Él me contestó: “No olvides que mi corazón está con el tuyo sufriendo”.

 

-        “Estás en mi corazón, en una cunita de amor que te he preparado para ti”. Le contesté: Señor pero tu corazón tiene espinas que lo atraviesan. Seguro que mi presencia en él te los ha ocasionado, por mis pecados.

 

-        En la misa me dijo en la comunión: “Perdona que me veas sufrir”.

 

-        En mis sueños encontré de pronto la imagen del Corazón de Jesús, su corazón lleno de sangre viva y espinas, luego la cabeza de Cristo sangrante y coronada de espinas. Al día siguiente me hizo reflexionar si el daño que provocó el dolor a Cristo fue en su cabeza pensante y en su corazón amante; sitios vitales de su amor para nosotros.

 

-        En la misa me dijo: “Ahora vamos a seguir compenetrándonos. Cuando tú sufras hazlo pensando en los pecados de la humanidad actual, porque por ellos yo también sufro”.

 

-        Ví el cuadro del Corazón de Jesús perdido en la oscuridad. Por eso, le pedí verlo con más claridad. Segundos después lo ví en la oscuridad crucificado, y yo debajo de la cruz al lado izquierdo suyo.

En la comunión le pedí me explicara esa visión, me contestó: “Como tú me invocas cuando sufres, Yo por ello te acompaño en tus sufrimientos. Así también me has visto crucificado para que compartas conmigo mis sufrimientos”.

 

-        Una tarde le pregunté: Jesucito ¿cómo estás?, y Él me contestó: “Yo estoy sufriendo mucho porque mi amada sufre, y como Yo estoy en su corazón capto más su sufrimiento”. Entonces le dije: Señor tu no mereces sufrir por mí. Te prometo sufrir lo menos que pueda para que tú no sufras. Y así, ahora evito afligirme ante mis problemas.

 

-        Un día le dije: Señor, la mejor oración es la mutua contemplación.  Yo quiero contemplarte y veo que tú eres el Todo, fuera de ti sólo hay oscuridad. Ahora mírame a mí Señor. Contémplame y Él me contestó sorprendido: “Eres igual a mí, como yo, porque tú también sufres como Yo”.

 

-        Oí una voz que me decía: “La corona de espinas duele, mira”. Luego ví la corona de espinas sobre una piel blanca, una de ellas ya no estaba pero había dejado un hueco visible.

 

-        En mi cama dialogué 2 veces con Él, le dije: Señor otras personas son alegres y se dirigen a ti con alegría, yo estoy triste. Me contestó:

“Sí, pero esa tristeza tuya la empleo para que me acompañes en mi sufrimiento en la cruz”.

 

-        Un día le dí como ofrendas las dificultades de mis hijos que significaban mi cruz. Él me manifestó: “No temas por ellos mientras estés conmigo, no tienes por qué temer. Yo soy tuyo, porque como tú eres mía, ahora yo también soy tuyo”.

 

-        En una misa me dijo:

“Mira mi corazón con espinas, ellas me las han puesto mis hijos. A ti también te las ponen tus hijos. Somos así iguales en ello”.

 

-        Un día, parado y con su cruz agarrando, me dijo: “Yo a cada rato tenía sed”.

 

-        Cuando sufría por mi hijo le pedí ayuda, y Él me contestó: “Déjamelo a mí, confía en mí. No te desesperes, porque la desesperación es cosa del infierno”.

 

-        Le pedí me tienda su mano para que me sostenga espiritualmente, porque estaba sufriendo mucho. Él me contestó: “Te voy a extender mi mano, la misma que la extendí para que me crucifiquen, la misma que fue clavada en la cruz”.

Luego para consolarme me dijo: “No te preocupes que yo te deje o me aleje, porque tú eres mi ovejita. Ven hijita, siento tu calor, ¿tú sientes mi calor?” Le contesté: Sí Señor, te siento, gracias.

 

-        En la misa, después de la comunión me dijo: “Ahora vamos compenetrarnos más en nuestro amor. Tú me participas de tu sufrimiento, y yo te participaré del mío”.

Cuando yo sufrí quise hacerlo como me lo había encargado, pero no tuve fuerza de hacerlo, y le dije: Señor cómo te voy a cargar con mis sufrimientos encima de los grandes sufrimientos que por lo pecados de la humanidad ya tienes Señor, no me debes pedir te lo participe.

Más tarde me contestó: “Pero tu sufrimiento es también el mío, y yo cargo con él, lo sé”.

 

-        “Yo me recreo al contemplar las peculiaridades del mundo grande y pequeño que he creado.

Te esperé tanto, sufriendo que regreses, cuando te alejaste de mí, tanto sufrí que era algo similar a la angustia de mi agonía en la cruz, hasta que vino la luz de tu salvación con mi muerte, ¡regresaste!

Debes amarme manteniendo tu dignidad, si quieres con humildad, pero sin menospreciarte”.

 

-        Cuando yo sufría cerré mis ojos, y ví al Señor crucificado, me acerqué a sus pies y Él me dijo: “Te acercas a un Dios sufriente”. Yo le toqué sus pies y me entregué a Él en mi sufrimiento.

 

-        Él me dijo: “Somos tú y yo una misma unidad, de allí que tu sufrimiento es también el mío, tus dolencias son también las mías”.

 

-        Lo ví crucificado con mucha sangre en su cuerpo, y en especial sus piecitos estaban con sangre coagulada y seca porque era ya partes de color oscuro, y otras partes del cuerpo también tenían sangre coagulada, además de la sangre viva. Pensé entonces que Él estaba sufriendo mucho también ahora.

A los pocos días tal vez 2, sufrí demasiado y lloré mucho por un problema familiar terrible. Entonces le pregunté: Señor, te he visto sufriendo mucho, en mis sueños, ahora yo sufro ¿qué significa esto?, Él me contestó: “Es que cuando yo sufro tú también sufres, y cuando tú sufres yo sufro. Ahora piensa y adivina: ¿de dónde ha venido este sufrimiento?”

 

-        Señor quiero verte ¿dónde estás? Me contestó: “Aquí estoy sufriendo” (estaba crucificado y con corona de espinas).

 

-        Me dijo: “Ya es tiempo que reflexiones en las parábolas, yo no quiero por ello ayudarte en tu problema actual, sino en todo problema posterior. Y no te olvides que yo estoy en tu corazón. Yo sufro cuando tu sufres, y no tengo indiferencia, porque sufro por lo que te pasa”.

 

-        Yo sentía como el Silencio de Dios, lo cual me provocaba angustia, y le pregunté: Señor ¿te acuerdas de la humanidad? Me contestó: “Sí, y tanto como si estuvieran en mis entrañas; pero son ustedes los que se olvidan de mí”.

Le volví a preguntar: Señor, ¿te has olvidado de mí? Me contestó: “¡No, porque sería como perder mi corazón! Lo que pasa es que te has herido con una de las espinas de mi corazón y por eso quieres huir”.

 

-        Cuando Dios veía que mis hijos me hacían sufrir, me dijo: “¡cómo sufro por ello! Así también mis hijos me hacen sufrir”.

 

-        Cuando yo sufría, cerré mis ojos y vi al Señor crucificado, me acerqué a sus pies y Él me dijo: “Te acercas a un Dios sufriente”. Yo le toqué sus pies y me entregué a Él en mi sufrimiento.

 

-        “El dolor que conlleva vuestros sufrimientos son un toque de llamada de atención para buscarme, porque yo os espero con mis brazos abiertos y mi corazón henchido de amor. En mis brazos enjugaré vuestras lágrimas, y en mi corazón os cobijaré contra todo mal.

Sin embargo, cuando sufráis piensen que vuestros sufrimientos son también los míos y vuestro dolor también”.

 

-        Le pregunté: Señor, ¿por qué se da el sufrimiento? “Porque hijita ustedes si aman a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos, ya desaparecería en gran parte el sufrimiento en el mundo. Porque amando así a Dios, que es el Supremo Bien y Amor, entonces se daría mayor bien para la humanidad y en ella. Amando así al prójimo, el amor disolvería los conflictos, la envidia, la maldad; y se implantaría la solidaridad mutua.

Sin embargo, el pecado original todavía mantiene la naturaleza humana herida para el mal, y por lo tanto para el sufrimiento”.

 

-        En mi comunión me dijo: “¿por qué no confías en mí, por qué sufres?, ¿no sabes que tú estás en mi corazón?, ¿no sabes que también te tengo entre mis brazos?”.

 

-        Un día dormida estuve y al costado mío se me acercó el Señor y me dijo enseñándome las heridas de sus manos: “Mira cómo han crucificado mis manos”.

 

-        “Muchos creen que yo sólo soy un Dios de sufrimiento. Pero se olvidan que yo les ofrezco un Cielo de gloria, alegría y felicidad”.

 

-        El Señor en imagen del Corazón de Jesús me dijo: “Rosita, tus espinas me hacen recordar las espinas de mi corona que tuve.

Cuando sufras piensa en mí, porque yo también sufro mucho por ti, en ese momento. Sin embargo, tranquilízate, que yo estoy en tu corazón”.

 

-        Señor, tú has sufrido demasiado en tu pasión y muerte. Por nuestros pecados ¿acaso fueron tus pecados? Fueron los nuestros. Y ese sufrimiento nos correspondía a nosotros, no a ti; y sin embargo, tú sufriste por amor a nosotros, sólo Dios pudo haber sufrido tanto por ello.

 

-        Por sentirme muy mal mucho tiempo después de haber ofendido gravemente a Dios le dije: Señor, cómo me pesa haberte ofendido antes, a pesar de que tú me has perdonado, yo no me perdono. Cómo quisiera no haberlo hecho. Él me contestó: “Ten presente que yo vine a ser crucificado por los pecadores, no por los justos. Sino alguien habría pensado que sería una locura haberlo hecho por los justos”.

 

 

-        Señor hay días que ansío mucho estar contigo en tu presencia y gozar de ella, adorarte. Me desespero por verte ya.

“Amada mía, yo también deseo lo mismo, tenerte ya conmigo, pero comprendo que todavía no, porque tienes hijos que te necesitan”.

 

-        Un domingo le pedí a Dios un milagro muy grande, y Él me contestó: “Tu eres mi hijita muy engreída. Si te hago milagros chicos, significa que estás cerca a concederte los milagros grandes que me has pedido”.

5. EL AMOR DE DIOS

-        Un día en la misa estuve con ganas de dormir, por ello me sentí culpable. Ya en la comunión me dijo: “Ven hijita, descansa en mi corazón”.

 

-        En una misa no pude comulgar, tampoco ya 2 domingos, por falta de confesor. Le dije que me perdone, Él me contestó: “Ven hijita a mi corazón, ahora yo voy a comulgar contigo”.

 

-        En la misa le pedí que me diga algo, y me contestó: “¿qué puedo darte si no es amor a una persona que me da mucho amor?”.

 

-        En una comunión sentí que el Señor me dijo: “Eres así como esta rosa que ha florecido”. Y me hizo oler la fragancia de una rosa.

 

-        Un día me dijo que: “Así como tú sentías ternura y alegría, al tener entre tus brazos a tus hijos pequeños, así yo ahora siento por ti”.

 

 

-        Un domingo cuando comulgué le dije: Señor, cuando esté en el Cielo y después del Juicio Final, ya no te veré triste, ya no te veré sufrir. Me contestó:

“Sí, me seguirás viendo sufrir porque las almas que están en el infierno son de mis hijos. Tal vez las perdone y las saque de allí para que no sigan sufriendo tanto. Pero ya no estarán junto a mí”.

 

-        En la última misa, después de la comunión, y en ella le dije: Dime algo Señor. Me contestó: “No tengo palabras que expresen el amor que realmente te tengo”.

 

-        Un día le supliqué queriendo verlo, Él me dijo: “Si verme te hace feliz, entonces me verás”.

 

-        Cuando le acomodaba las flores en su altar, el Corazón de Jesús me dijo: “Tú eres mi mejor florcita”.

 

 

-        Después de comulgar me dijo: “Ahora vamos a querernos más tu y yo mutuamente: ¡Disfrutemos y gocemos de nuestro amor!”

 

-        Un día le rogué lo cuide a mi hijo, que nada malo le suceda y lo ampare; entonces me contestó: “Si él tiene sus ojos puestos en mí, yo tendré mis ojos puestos en él”.

 

-        En la comunión lo sentí cerca, y le dije: Señor te siento cerca, y Él me contestó: “Claro, si tu vives en mí, yo también tengo que vivir en ti”.

 

-        No teman por la misericordia divina ante vuestros pecados. Él tuvo y tiene misericordia porque cuando lo crucificábamos Él dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.

 

-        En mi comunión lo sentí con mucha alegría y amor hacia mi persona. Entusiasmado me dijo: “Yo también estoy entusiasmado y deseoso que tus familiares queridos tuyos, se salven y vayan al Cielo. Si tú lo deseas así, yo te abrazo contento y entusiasmado por estos tus deseos para tu familia”.

 

 

-        Un día yo le dije: Señor, ahora te voy a contemplar. Veo en ti un Dios misericordioso, omnipotente, omnisciente, bello y esplendoroso. Es tanta tu grandeza que te tengo miedo. Me contestó con energía:

“¡Así y todo soy tuyo hijita!”.

 

 

-        Un día me dijo: “El mundo es grande, como grande son sus pecados; pero grande es también mi amor por él.

Por eso, con que en tu corazón encuentre un poco de amor para mí, es suficiente, me complace, porque yo soy un Dios de amor y me ¡atrae mucho el amor!”.

 

 

-        Un día le pedí que salve el alma de mi padre, y que iba a ser una indulgencia plenaria por él. Me contestó: “Todo lo que hagas por él será para su beneficio”.

 

-        En la misa por la celebración de Pentecostés, en la comunión me dijo: “Ven hijita”. Sentí que vino su presencia y me cubrió.

 

 

-        Soñé con un amigo mío de antes, y cuando desperté me dí cuenta que ese señor con quien soñé no era conocido. ¡Era un representante de mis amigos de antes, quienes me dieron mucho amor y alegría, cuando yo estaba sola, lejos del afecto de mis padres! Ellos eran como mi familia, me ayudaron en momentos necesarios para mi vida. Luego al recordarlos lloré porque ya estaban lejos de mí. Ya no podría volver a la alegría con ellos.

Entonces Jesús se me acercó a consolarme y me dijo: “No llores, porque antes yo me hacía presente en tu vida mediante ellos, pero no llores ahora porque estoy contigo ya en persona”.

 

-        “Señor mío y Dios mío”. Ayer en la misa no pude comulgar porque previamente no me preparé confesándome. ¡Pero tu viniste a mí! Te acercaste con ternura y me prodigaste palabras de tu amor. Para sorpresa mía entraste en mi espíritu y en mi corazón.

Al término de la Santa Misa me abriste las puertas del confesionario al cual fácilmente acudí a recibir tu perdón misericordioso. Le pregunté:

¡Es así cómo te acercarás a mi humilde persona cuando esté en agonía!

 

-        Ví la base de un árbol grande y fuerte, grueso. Entonces el clamé: ¿Qué significa esto? Me contestó el Señor: “Así de fuerte es nuestro amor”. Luego lo ví de blanco y se quedó conmigo a mi lado, mientras dormía.

 

-        Un día que comulgué, de pronto ví unas imágenes de Dios, como borrosas, eran tres; pero que eran fugaces. Entonces le pedí que me diga algo, porque siempre lo hago cuando comulgo. Nada me contestaba, le insistí, y me contestó: “Las imágenes valen más que las palabras”.

 

-        Me dijo: “Hijita mía, mi amor sostiene al mundo, a pesar de sus horrendos pecados. Y las virtudes de muchos de mis hijos tejen la fidelidad a mi persona, estimulan mi misericordia y perdón”.

 

-        En una misa me dijo también: “Me complace tu comportamiento, eso quiero que sepas”. En seguida sentí que mi Señor me tomó entre sus brazos y me aprisionó sobre su corazón, y me dijo: “Hijita, tú escuchas los latidos de mi corazón junto a los tuyos”. En efecto sentí sus latidos, eran de su corazón que me amaba.

 

-        Me alegré al contemplar que la plantita que le había puesto a la imagen del Corazón de Jesús le acompañe, estaba floreciendo. Y le dije: Mira Jesucito tienes un lindo juguetito, porque eres Dios las plantitas son tus juguetes, ¡Alégrate!

ÉL me contestó: “Yo te quiero a ti como mi muñequita para aprisionarte sobre mi pecho”. Le dije: Pero Señor, soy una muñequita triste, muy triste, ¿qué alegría puedo darte así? Él me dijo entonces: “Justamente ven a mis brazos, para que abrazándote en mi pecho, te quite la tristeza y halles la luz de la alegría y esperanza. ¡Ven hijita!”.

 

-        Señor cuando yo voy a comulgar te digo previamente: Señor yo no soy digna de que entres en mi corazón, más una palabra de perdón tuya bastará para salvarme.

Ahora yo quiero entrar en tu corazón y te pido me ayudes ha hacerlo, pero tú me dices: “¿Cómo? ¿Cuál es mi corazón? Tu eres mi corazón, mi corazón es parte tuya, y tú eres parte de mi corazón, todo está confundido en mi Ser contigo”.

 

-        En la misa, en la comunión, yo había llegado a ella muy alterada emocionalmente por el sufrimiento que me provocaron mis problemas familiares. Él me tomó entre sus brazos, y con su corazón en el mío me acogió con emoción amorosa; me consolaba y decía: “Yo dejo de lado la administración del resto de mi creación, y vengo a ti para compartir nuestro amor, en forma exclusiva.  Entre tú y yo nada se nos debe interponer”.

 

-        Recordando ambos el momento de ansiedad amorosa por Él que tuve hace pocos días y por minutos. Me dijo: “Hoy lo que tú has sentido yo también lo siento por ti y lo siento con mayor fuerza que la tuya, porque soy un Dios de amor”.

 

-        Sentí la alegría de Dios y la mía, luego Él me manifestó: “Vamos a volver a ser felices, a comunicarnos más, y Yo me presentaré en tus sueños de nuevo como antes te gustaba”.

 

 

-        Señor, le dije: qué rica es la fragancia de las flores de este árbol que has creado. Cómo quisiera ofrecértela, aunque tu imagen no está aquí. Pero tú tienes mucho mejores plantas en tu Cielo. Me contestó:

“Pero estas flores me son más fraganciosas porque me las ofreces con amor. Todo lo que se da por amor aprecio más, incluso algo doloroso como los clavos de mi cruz, porque fueron recibidos por mí, por amor a ustedes”.

 

-        Sentí el mensaje del Padre Eterno, cuando estuve en el confesionario, así: “Bendigo tu vida y el camino de tu vida hasta el final”.

 

-        En Año Nuevo me dijo: “Este año nos compenetraremos más”.

 

-        “Hijita, si tu supieras ¡cuánto te quiero!”.

6. LA CREACIÓN MARAVILLOSA DE DIOS EN EL MUNDO Y EN EL CIELO

 

-        Un 2 de setiembre, cuando cumplí 50 años. En la comunión le dije: Dime algo Señor, hoy es mi cumpleaños, ¿cómo no me vas a decir nada? Él me contestó: “Ya dio fruto, recién ha dado flor, a esta edad, pero ya dio lo que sembré, al cabo de tantos años recién prendió. A veces es así después de 50 años”.

 

-        Otro día al contemplar la plantita que le había puesto antes. Me arrodillé por las flores que habían empezado a brotar, y le manifesté que era porque Él la había visto. Él me contestó: “Ahora también te veo a ti, y vas a florecer, ¡florece hijita!”.

 

 

-        En una comunión que hice me dijo: “Ahora estamos solos tú y yo. Yo tu creador y creador del mundo, del universo; y tu mi creatura”.

 

-        Otro día en mi comunión le dije: Tú todo un Dios has venido como hombre naciendo en un humilde pesebre, y ahora estás en mi corazón ¡tan pequeño!

Él me contestó: “Para mí, las cosas grandes o pequeñas son iguales, porque igual yo mismo las he creado”.

 

 

-        Hacía tiempo que no lo veía en mis sueños, y le dije: Señor Jesús ¿dónde estás? ¿dónde estás que no te dejas ver?

Él pronto me contestó: “¿Por qué me preguntas dónde estoy? Si yo estoy en tu carne, en tu sangre”.

 

 

-        Le ofrecía una plantita que florecía en forma maravillosa, y le dije: Ésta es obra de tu corazón. Mira, ¡qué maravillas tienes en la tierra! También tendrás mejores maravillas en el Cielo ¿verdad? Él me contestó: “Sí, pero en la tierra también tengo maravillas, una eres tú”.

 

-        Un día lo elogié por su maravillosa creación. Y Él me contestó: “Tú eres una maravilla también de mi creación”.

 

 

-        Señor, gracias por tu maravillosa creación que no has puesto para nuestro disfrute: plantas, diversos animales, etc. Me contestó:

“Cuando yo creé lo que mencionas, lo más importante fue la creación del ser humano. Así, cuando os veo a ustedes, me veo a mí mismo, aunque imperfecto, porque han sido creados por Mí a mi imagen y semejanza. Por eso, son como Yo, creadores de ciencia, arte, sufren, aman, buscan la verdad, perdonan, son muchas veces misericordiosos. Tienen una riqueza espiritual que me atrae, puesto que interiormente aman, sufren, ansían la perfección, realizan valores, buscan amar y ser amados; tienen tristezas, alegrías, desilusiones e ilusiones, buscan la perfección. Esto y más dentro del don de la libertad y voluntad; son muy valiosos para mi ser.

Por eso, cuando contemplo a cada uno de ustedes me veo a mí mismo, aunque imperfecto, porque han sido creados por mí, a mi imagen y semejanza”.

 

 

-        Cuando yo le decía que las flores de una planta que las puse cerca de su altar, eran para Él y por Él, me contestó: “Tú eres la florcita por la cual estoy acá, incluso cuando no había todavía plantas, yo vine por ti, mi florcita, tú me atraes”.

 

-        Señor, cuando vaya al Cielo yo quiero verte, sé que el Cielo que has creado es una maravilla, yo sólo quiero verte a ti, perdona Señor. Me contestó:

“Pero si no quieres ver mi creación entonces no me verás, al ver mi creación me ves a mí, me verás en ella, no la rechaces”.

7. EL AMOR A DIOS

 

-        Le dije: Señor, ahora te tengo secuestrado en el amor de mi corazón. ¿Alguna vez te ha pasado esto en tu eternidad?

Me contestó: “Sí, en muchos santos”.

 

 

-        Un día en la misa, en mi comunión me dijo: “Arrúllame”. Me quedé pensativa, y recordé que cuando miro su rostro en una estampa del catecismo, lo beso, le hablo amorosamente y lo abrazo apretándolo en mi corazón. Eso es arrullarlo.

 

-        Le dije: Señor, ven a mi corazón. Yo quiero secuestrarte en mi corazón, aunque sea por unos minutos. Para contemplarte, besarte y adorarte. Aunque después de ese secuestro sea merecedora de recibir el castigo del Cielo. Todo porque tú mismo me has hecho probar la miel de tu amor.

Aunque me envíes al infierno, desde allá te seguiré amando.

 

-        Otro domingo me dijo: “Tú me das cariño, amor, y tú no sabes lo mucho que significa para mí ello, porque yo soy un Dios de Amor”.

8. IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS EN EL MUNDO

 

-        “Cuando miro a ustedes, me veo a mí mismo, aunque imperfecto; porque han sido creados por mí a mi imagen y semejanza. Por eso, son como Yo, creadores de ciencia, arte, sufren, aman, buscan la verdad, perdonan, son muchas veces misericordiosos”.

 

-        Señor, si las civilizaciones antiguas y algunas actuales que no te conocen todavía, te hubieran conocido; positivo hubiera sido el rumbo que hubieran tomado.

“No, porque yo he grabado en todos sus corazones mis leyes, la moral y la semilla de mi amor”.

 

-        Miré al cuadro del Corazón de Jesús y le dije: Eres el creador hasta de lo más pequeño. Gracias por poner tus ojos en la pequeñez de mi persona, así te rebajas demasiado. Pero tú siempre me dices que también te complaces en mirar tu creación pequeña, y que en ella también te miras como en un espejo. Ahora yo te pregunto: Al verte en él ¿también se refleja tu carita luminosa, la hermosura y resplandor de tu figura?

¡Pero cuídate Señor, no por mirarme vayas a quedar atrapado en la pequeñez de mi corazón y de mi amor! Porque yo tengo deseo de abrazarte y aprisionarte en mi corazón, ¡mi Dios bueno!

Él me contestó: “Al verte mi Ser se refleja y parte de mis cualidades se quedan en ti, y es así como también tendrás algo de mi divinidad”.

 

-        Señor, me siento participar de tu omnipotencia, omnisciencia, sin necesidad de ser yo omnipotente u omnisciente. Tú eres como un sol para mí, me atraes y me envuelves en tu Ser.

 

-        “Ustedes me piden ayuda, pero en su corazón no ayudan a otros. Me piden perdón, pero no perdonan a los que os ofenden. Me piden que les dé pero no saben dar a otros, los menesterosos, los que apenas les piden para subsistir; ellos me representan”.

 

 

-        “Las imágenes que me representan expresan mi rostro bello o no, triste o sufriente, y no son otra cosa que la proyección de mi ser, mediante el artista, para vuestra mirada, en afán de captar mi presencia a través de ellas. Yo que los hice a imagen y semejanza mía les pido también que busquen mi presencia, mi imagen, mi proyección en vuestro prójimo, en especial en el necesitado de vuestra ayuda, en el sufriente, en el hambriento, el enfermo, el sediento, el abandonado. Ellos constituyen mi imagen viva, sufriente y necesitada de vuestro amor y solidaridad”.

9. SUEÑOS Y EXPERIENCIAS

 

-        En un sueño largo observé al niño Jesús como de 4 años de edad que me conversaba usando sólo su mirada muy animosa, y luego me condujo a realizar una oración contemplativa mutua.

 

-        Vi el rostro de María como el de una mujer muy humilde y sencilla. Y en otra oportunidad, se me manifestó con su rostro lleno de belleza espiritual; ¡sorprendente!

 

 

-        Otro día en mis sueños entré en un hermoso y luminoso templo. En el altar mayor había una ventana abierta, que mostraba un lugar del cielo: un cielo celeste, luminoso, un ambiente campestre con plantas, diversas flores y animales.

 

-        Un día cuando yo sufría, cerré por un instante mis ojos, lo vi en oscuridad crucificado y coronado de espinas.

 

 

-        Casi dormida vi la imagen del Señor a mi costado izquierdo, como acompañándome en mis sufrimientos que fueron fuertes ese día.

 

-        Un día, en mis sueños ví tres cruces chicas sobre una mesa, y yo pregunté: ¿dónde está la mía? Entonces sobre mi mano me pusieron una cruz que pendía de un rosario.

 

 

-        Lo soñé a Jesús que acababa de morir, que en ese instante se descolgaba su cuerpo crucificado. Y la Virgen caía de rodillas.

 

-        Vi a Cristo de espaldas, era alto y fuerte. Sentí una voz que me dijo: “Él es Cristo”.

 

 

-        Lo ví con una carita triste. Ante ello le pregunté: ¿por qué me miras con tristeza y con tu rostro desencajado y con espinas? Me contestó: “¿Acaso no voy a sufrir contigo si sabes que estoy en tu corazón y tú en el mío?”.

 

 

-        Experiencia:

Me despertó un leve timbrado, luego apareció la imagen de la Virgen de nuestra Señora del Consuelo (de mi parroquia) acompañada de un coro celestial. Después se empezó a retirar, y el coro disminuía su sonoridad lentamente. Me incorporé entonces para escucharlo, pero desapareció.

 

-        Lo vi en sueños: desnudo, echado sobre la cruz, ya lo iban a crucificar.

 

-        En sueños vi una planta que solamente era de espinas grandes. Eran como tallos largos, que con ellas se pudieron armar la corona de espinas que le pusieron a Cristo. Estas espinas eran como tallos largos y gruesos.

 

 

-        En varios sueños ví:

o   Que se lo llevaban preso a Cristo, pero entre varios.

o   Al Corazón de Jesús mirándome fijamente, pero lucía majestuoso.

o   El rostro de Cristo tirado en el suelo, coronado de espinas y muerto.

o   La imagen de la Divina Misericordia.

 

-        Ante el miedo a la muerte tuve una visión alentadora: Soñé que en los jardines exteriores de unas casas habían varias cruces con sus tumbas. Pero que entre ellas habían bellas flores de diferentes colores.

Este sueño me sembró confianza en la misericordia divina después de la muerte.

 

-        En medio de una calle en la cual había mucha concurrencia, cerca de un local en el cual iba a realizarse un evento. En medio de esa multitud había un niño como de 3 a 4 años. Era tan lindo que yo empecé a prodigarle expresiones de amor y elogio. Pero Él también me correspondía igual con expresiones de amor y elogio. Estos hechos fueron como 4 veces.

Pero se perdió de entre la multitud, lo busqué desesperadamente, no lo encontré. En cambio, de pronto se me apareció la imagen de Cristo, en una ventana, en apariencia portentosa. Estaba serio. Me inspiró mucha sorpresa, respeto y admiración por su majestuosa presencia.

 

 

-        Soñé que cerca debajo de un puente moderno, caminaba mucha gente, pero vestida como en la época antigua, como cuando Cristo vivía en la tierra.

Vi al cuerpo desnudo de Jesús, con heridas de tortura, coronado de espinas, sufriendo de dolor y frío intenso. Me miraba temblando su cuerpo, el cual estaba amarrado de manos atrás en una estaca de metal. Todo su cuerpo estaba rodeado de una malla de alambre de metal, como enjaulado.

La gente que caminaba por el lugar ni lo miraba, eran totalmente indiferente. Pero ambos nos mirábamos sufriendo, yo y Él también.

 

-        Dos veces soñé que yo estaba presa en un calabozo. Y en el mismo calabozo estaba Cristo preso, coronado de espinas y los brazos amarrados atrás. Ambos nos mirábamos, Él estaba al lado derecho y yo al lado izquierdo.

 

-        Experiencia real: Cuando me iba a levantar después de dormir, en la mañana sentí una voz que me informó que el niño Jesús dormía conmigo, luego sentí su cuerpecito. Sorprendida me incorporé y el niño cayó del borde de mi cama al suelo, inmediatamente me preocupé por el golpe que sufriría su cabecita al caer. Pero ví que una mano fuerte la sostuvo. El niño era como de dos años; y tenía zapatitos blancos.

 

 

-        Un día le pregunté: ¿Señor dónde estás? Quiero verte. Sentí luego silencio. Al día siguiente le repetí la pregunta. Él me contestó: “Aquí estoy sufriendo”. Lo ví crucificado y coronado de espinas.

Esta experiencia fue casi real y se repitió como tres veces.

 

-        Experiencia real:

 

Despierta y con los ojos cerrados vi al cuadro del Corazón de Jesús. De pronto, de su corazón comenzaron a salir unos rayos luminosos de diversos colores, los cuales se agitaban poco a poco y luego velozmente y con fuerza sacudían al cuadro, el que se movía por ello. Enseguida se calmaron los rayos, y pensé se había roto el vidrio del cuadro, pero se calmó todo y quedó intacto. Luego movió su cabeza y mirada como buscándome.

 

-        Experiencia real:

Una madrugada entre dormida y despierta vi: un camino rústico, al costado del cual, unos cerros con pastos; vi a la Virgen de Guadalupe.

 

-        Una vez, en mis sueños, mi ángel de la guarda me condujo a la entrada del Cielo, sólo al borde y observé:

Como si fuera un club campestre, una glorieta al centro, más allá árboles. Y sentí la voz de una señora que jugaba con unos niños, al parecer en una piscina. Mi ángel me dijo que esa alegría en esa piscina era la voz de una mujer y de unos niños que jugaban con ella.

Cuando agradecí a Dios por haberme permitido ver un lugar del Cielo, me contestó: “La voz de alegría de esa mujer era la tuya”.

 

-        Soñé así: el Padre Eterno, majestuoso sentado en un sofá y con los brazos extendidos a los costados, emocionada quise tocarlo, me arrodillé para besar su mano pero una fuerza espiritual me lo impidió, y apenas alcancé a tocarle medio dedo derecho. Otro día me soñé igual pero ya no me atreví a intentar tocarlo.

 

-        Varios sueños tuve en los que me decía una voz: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”.

 

 

-        Durmiendo estaba cuando en la madrugada sentí en mi espalda un grito, yo estaba de costado y el grito pronunció: “¡Elí!”, saltó mi cuerpo hacia ese lado de la voz, pero no vi a nadie.

 

-        En mis sueños vi por mi ventana al rostro de la Santísima Virgen María que se me acercó, era de una belleza espiritual sorprendente; al costado de ella habían dos mujeres bien maquilladas que intentaban tocar a la Virgen, pero no podían.

 

 

-        En diversas noches vi al pie de mi cama la cara de Cristo durmiendo.

 

 

-        Una vez soñé con el rostro sangrante de Jesús, por su lado derecho le salía la sangre del aguijón de la corona.

 

-        En conversaciones con Cristo en la eucaristía sentí paz y protección, seguridad, y emocionada la dije que le agradecía por ello, Él me contestó: “Para eso Yo los había creado, para estar así, a las demás personas también”.

 

-        En sueños vi la puerta del Cielo, en dos oportunidades. Pero en otra, vi una puerta del Cielo distinta a las anteriores: unas tres coronas habían en ella, el Cielo era oscuro y las estrellas brillaban. De pronto vi que debajo Cristo crucificado se desprendió de la cruz elevándose a la puerta, ya no pude soportar, y me desperté escuchando cánticos celestiales.

 

-        En sueños vi a Cristo de espaldas: alto, fuerte, con una túnica que lo cubría del hombro para abajo, y con el brazo izquierdo levantando como gobernando el universo.

 

 

-        Antes de dormir le dije: Señor ya no te veo en mis sueños. Y de pronto se hizo ver su rostro, era blanco y con ojos celestes.

 

-        Una vez soñé que yo estaba en un calabozo muy oscuro que de pronto vi que lo metieron a Cristo coronado de espinas, y Él empezó a buscarme y yo dudaba que me encontrase. Pero con sus brazos tendidos fácilmente me encontró, luego empezó a mirar mis ojos en forma detenida y por largo rato. Fijó su mirada a mi ojo derecho. Días después perdí la vista de mi ojo izquierdo, más no del derecho. Pero este último lentamente se está oscureciendo.

Tengo esperanza que la misericordia divina no permita mi ceguera total.

 

-        Experiencia:

En una madrugada me despertó la presencia real del reverendo sacerdote Ángel María Tanyá (quien en mi niñez fue mi director espiritual). Él falleció hace muchos años.

Se me acercó y me bendijo la cabeza, pronunciando a la vez oraciones en latín sobre ella. Entusiasmada lo saludé y me contestó el saludo antes de bendecirme; esperé me bendiga para después conversar con él; pero desapareció.

 

 

-        Soñé con una voz que me llamó para ver a un hombre que estaba orando; cuando me hice presente observé que en efecto había un hombre orando pero muy triste, y una música triste lo acompañaba. Estaba al pie de un árbol orando y al costado del árbol sobre él mismo había unas espinas sueltas que yo las tocaba y eran numerosas. Cuando desperté me di cuenta que ese hombre que oraba triste vestía con una túnica como vestían en la época de Jesús. Entonces comprendí que ese orante era Cristo.

 

-        Después de unos pocos días que sentí el silencio de Dios acongojada le pregunté: Señor ¿Ya no piensas en la humanidad? Me contestó: “Pienso en ella tanto como si estuviera en mis entrañas”. Luego le pregunté ¿te has olvidado de mí?, me contestó: “Si así fuese sería como perder mi corazón, no te puedo olvidar”.

 

-        Un día al despertar le dije: Aquí estoy Señor para adorarte, para quererte. Luego instantáneamente se plantó una cruz frente a mi vista, como respuesta inmediata.

 

-        En la madrugada yo trataba de invocarle, y le decía que: aún crucificado, yo quería estar a su lado, y quería verlo. En un momento dado, media dormida vi en el Calvario una nube negra, mejor dicho un cielo oscuro, y en medio de esa oscuridad caía un rayo luminoso.

 

 

-        Un día al sufrir por mi hijo, al cerrar mis ojos que lloraban, vi a Cristo crucificado. Esa imagen era persistente; entonces comprendí que Él me acompañaba en mi sufrimiento.

 

 

-        La Virgen María, en mis sueños se me apareció sentándose sobre un árbol frondoso y cruzó las manos, yo me arrodillé y puse sobre ellas mi cabeza.

Otro día la Virgen de Guadalupe se me presentó brevemente 2 veces en la pared, en mis sueños.

Dos veces vi la puerta del Cielo. Una vez la puerta estaba coronada con 3 círculos de estrellas. Cristo abajo en la cruz, saliendo de su crucifixión para elevarse a ella, simultáneamente se sentía un cántico de ángeles.

 

 

-        En una madrugada sentí el quejido de agonía de Cristo en la cruz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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